miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cómo nació el esmoquin

Era costumbre en los caballeros británicos del siglo XIX que se relajaban en sus casas tras las cenas haciéndose la chaqueta del frac incómoda para tal propósito. A mediados del siglo decimonónico se impone, convirtiéndose en tendencia y moda, que la chaqueta del frac sea sustituida por un cómodo batín que protege del olor de la pipa o puro y de las quemaduras.
 
 En 1860 algunos comenzaron a llevar esta invención por la tarde, siguiendo el ejemplo del Príncipe de Gales (futuro Eduardo VII, el mismo que marcó la época "eduardiana" de principios del siglo XX), que encargó a su sastre una chaqueta de frac de seda azul sin cola, que pudiese llevar a las cenas en su finca de Sandringham. Así nace el "esmoquin" (del inglés smoking) o "dinner jacket". Solía ir siempre sobre un chaleco y acompañarse por una pajarita blanca o negra, como ha llegado hasta nuestros días.
 
 Por casualidad, también eran clientes del sastre del príncipe los fundadores del elitista Tuxedo Club, de Nueva York, que copiaron la prenda introduciéndola en los Estados Unidos, donde recibió el nombre de "tuxedo".
 
 Ni qué decir tiene que hoy en día, esta prenda con más de 150 años sigue vigente en el armario de un caballero que quiere ir arreglado a alguna cena, festival o ceremonia.
 
Autor: Jesús Cano para "XL Semanal" del 15 de Diciembre de 2013

domingo, 8 de diciembre de 2013

La caricatura en el siglo XIX

El siglo XIX español es una época llena de cambios políticos y sociales, lo que influirá en el desarrollo de las nuevas tecnologías que se aplican en la creación de las nacientes publicaciones periódicas.
 
Se impone la litografía como nueva técnica de reproducción de imágenes, sirviendo para facilitar la creación, durante la segunda mitad del siglo XIX, de infinidad de nuevas publicaciones.
 
 
Por otro lado, las nuevas leyes, mas liberales, hacen que desde la proclamación de la revolución La Gloriosa en septiembre de 1868, aparezcan en el mercado periodístico más de seiscientos diarios, muchos de ellos dedicados al humor gráfico.
 
Debeos recordar que la sociedad española de esta época era en gran parte analfabeta, por lo que los medios debían recurrir a las ilustraciones y principalmente a las de carácter humorístico para llegar a un público más amplio.
 
Si buscamos el pionero en el mundo de la prenda de esta especialidad, recurrimos a "Fray Gerundio", fundado por el político conservador Modesto Lafuente. En esta publicación aparecen las primeras viñetas satíricas, muy toscas en su concepción. Los dibujos, seguramente de distintos creadores, eran bastante desmañados.
 
En 1842 desaparece esta publicación y poco después nacen buen número de revistas de humor, como "El Guindilla" (1842),"La Risa" (1843) o "El Fandango" (1844), muy influenciadas por los periódicos franceses de la época. Coinciden estas publicaciones con el reinado de Isabel II y con los vaivenes políticos que traen los distintos espadones militares y los diferentes asuntos palaciegos, que serán el blanco de los ingeniosos dibujantes de estos seminarios.

 
Los dibujantes de estos periódicos (Urrabieta, Miranda o Juan Vallejo) siguen estilos foráneos, hasta llegar a la abrumadora personalidad de Francisco Ortego, colaborador del seminario más popular del momento, Gil Blas, aparecido en 1864. Al contrario que otros ilustradores de este género, Ortego empieza siendo un pintor de cierto éxito para luego dedicarse en cuerpo y alma a la prenda de humor. Muchas de sus ilustraciones tienen como continua diana a la gente de Iglesia: frailes orondos y sonrosados, clérigos gordos, monjas mofletudas... Sus "monos" (como se denominaba a los caricaturescos personajes que mostraba) sirvieron también para hacer anuncios publicitarios como los populares chocolates Matías López.
 
Junto a Ortego aparecen otros nombres interesantes: los hermanos Alfredo y Daniel Perea, lloverá o Giménez, que también publicaron sus "monos" en "Gil Blas" y en "Rigoletto".
 
Con la llegada del Sexenio Revolucionario (1868- 1874) el género se despliega apareciendo cientos de publicaciones por toda la geografía española. Los formatos se hacen más grandes y se utiliza la técnica de la cuatricromía llenando la viñeta de más color. Aparecen nuevos nombres como Apeles Mestres, Pellicer, Pere Yunglada o Tomás Padró, que popularizará sus dibujos en "La Flaca", inmortalizando a personajes como el general Prim, el duque de Montpensier con una corona siempre vacilante en la cabeza, Salustiano Olózaga, Sagasta, el general Serrano...

La Restauración Alfonsina de 1875 disminuyó el número de publicaciones humorísticas pero se ganó en calidad artística y técnica y también se acrecentó el espíritu crítico y combativo. En 1881 surge una publicación emblemática de cariz republicano y anarquista, "El motín", que contará con dos grandes dibujantes Mecachis y Demócrito. Todos los políticos del momento serán caricaturizados. En diversas ocasiones, las páginas ilustradas de esta revista fueron enmarcadas para decorar salones de ateneos y casinos de algunas ciudades.

 
En 1880 aparece una publicación singular: "Madrid cómico" con el excepcional caricaturista Ramón Cilla quien en las portadas de este periódico madrileño popularizó sus famosos "cabezudos", caricaturas de políticos literarios, actores y personajes notables de la sociedad a los que representaba siempre con una cabeza enorme y un cuerpo pequeño. El seminario carecía de color y su formato era más reducido pero las buenas caricaturas de Cilla lograron hacer que esta revista tuviera gran tirada y se imitara en publicaciones similares en Barcelona y Valencia.

Los postreros años del siglo XIX que culmina con la pérdida de las últimas colonias españolas dio pie a muchas viñetas y a buen número de nuevas publicaciones aunque con calidad y formato menor. También en la última década empiezan a aparecer en nuestro país colaboraciones de humorísticas gráficos con chistes y tiras cómicas que podemos calificar de "serios". las nuevas revistas perdieron la vistosidad y la creatividad de los ilustradores de las décadas anteriores.

Fotografía ©Fundación Lázaro Galdiano
 
Texto: Javier Domingo, publicado en Descubrir el Arte, Octubre 2013.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Díptico de Pérez Villaamil

Somos de la opinión de que todos los amantes del siglo XIX a los que nos guste el Romanticismo con sus ruinas y sus paisajes pintorescos, debemos adorar la pintura de Genaro Pérez Villaamil (1807 - 1854). Son varios los museos españoles que albergan obras suyas pero hoy queremos resaltar una obra majestuosa y solemne: un diptico subastado en el 2011 en Sotheby`s y que adquirió el Estado español para el Museo del Prado.
 
 
Pero retrocedamos un poco en la historia para contar sus antecedentes. Antes de pasar a la pinacoteca madrileña, en el siglo XIX su primer dueño fue George William Villiers (1800 - 1870), IV Conde de Clarendon. Este caballero inglés fue nombrado embajador en Madrid en 1833, permaneciendo en el cargo hasta 1839 en que regresó a Londres ya con las vistas. El propietario habia tenido relación con los artistas españoles más destacados, como José de Mardrazo y su hijo Federico y con un gusto exquisito, admirador profundo de Villaamil, consiguió reunir una colección de 85 obras de pequeño formato, la mayor del artista en manos privadas, de este autor romántico.
 
En el díptico, casi todas las pinturas están firmadas "Villaamil" aunque en algunos casos con la inscripción oculta por el marco. Se trata de 42 óleos sobre hojalata, sobre un fondo de cartón también pintado por el artista. Las vistas son de diversas ciudades españolas y se realizaron entre 1833 y 1839.
 
Aunque esta joyita está de momento en restauración, esperemos que pronto el Museo del Prado pueda exhibirlo y nos permita a todos los amantes y enamorados de la obra de este pintor romántico, quedarnos absortos ante su pincelada y maestría.
 
Por cierto, siendo cosncientes de lo pequeña que es la foto general, en este link teneis la posibilidad de ampliar las diferentes vistas y poderlas contemplar con sumo detalle gracias a la realidad aumentada.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Vestuario de la serie "Isabel"

Como ya hizo el Museo del Traje en Madrid con "Ágora" (2009) de Alejandro Amenábar y con "Lope" (2010) de Andrucha Waddington, hasta el 8 de diciembre se puede contemplar en las salas de exposición temporal del citado museo, una muestra del vestuario usado en la serie de ambientación medieval "Isabel", producida por televisión española.  
 
 
El vestuario refleja de manera cuidadosa la indumentaria de la época gracias a un profundo estudio de la documentación que se conserva de aquella época. Para ello, el equipo de vestuario se ha valido de historiadores que aconsejan sobre la manera de vestir a los personajes, así como profesionales del arte y de la indumentaria que asesoran acerca de qué materiales se usaban con más frecuencia, colores y motivos decorativos.
 
Los creadores de la indumentaria han sido Pepe Reyes y Natacha Gallardo, de la empresa de diseño de vestuario Look Art, quienes también han trabajado para otras series históricas como "La señora" o 14 de abril, la república", ambas también para TVE.

 
La exposición del Museo del Traje no sólo recoge la indumentaria de Isabel y Fernando, "los Reyes Católicos", sino de personajes que les rodean a lo largo de los capítulos como Chacón, Gonzalo Fernández de Córdoba, Boabdil, Carrillo, Pacheco o Aixa.


Para realizar el vestuario, que en la exposición puede verse a grandes rasgos en dos bloques diferenciados poniendo de relieve el mundo cristiano y por otro lado, el musulmán, los diseñadores han contado con diversos recursos:
 
1) por un lado con el trabajo de artesanos del cuero, del armiño (a la reina Isabel le gustaba mucho utilizar esa piel y la serie lo refleja) y de la joyería (como Luis Valencia)
 
2) por otro lado con la visita comercial a Marruecos para adquirir tejidos con clara inspiración oriental con la que luego trabajar en España a través de bordados o tintes para obtener el resultado deseado.


3) Y por último con la visita a anticuarios especializados para adquirir alguna que otra prenda con la que completar el inmenso vestuario que muestra la serie.

 La exposición reúne más de 30 piezas representativas de la primera y segunda temporada, incluyendo vestidos emblemáticos como el traje que llevó Isabel en su boda con Fernando, en su coronación o en la rendición de Granada.



 











La indumentaria otorga credibilidad a los personajes aunque entre el rigor histórico y la estética muchas veces se permiten algunas licencias que por iluminación o para realzar un personaje, es necesario. No obstante, el vestuario de "Isabel" ha recibido el premio "Iris de la Academia de las Ciencias y de las Artes de Televisión" (ATV) a la "Dirección de Arte y escenografía" en su última edición del 2013.

No perdáis la oportunidad de admirar de cerca estos trajes que con tanto esmero se han realizado y que, sin duda, no les falta detalle.

Texto extraído de la Nota de prensa facilitada por el Museo del Traje.
Fotografías realizadas por ©Pepe Reyes, ©Javier de Agustín y ©Museo del Traje CIPE.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Primer encuentro de Elegantes en Ormaiztegi

Hace unos meses os anunciábamos que estábamos colaborando en el Museo Zumalakarregi (Guipúzcoa) con unos talleres de costura y con la exposición de algunos trajes de nuestros miembros. ¿Y todo eso para qué? Pues para poder anunciar por fin el "Primer encuentro de elegantes" que tendrá lugar en Ormaiztegi el sábado 23 de noviembre.
 
En esta villa, damas, caballeros e infantes se vestirán con sus mejores galas y saldrán elegantemente vestidos a la usanza de nuestros antepasados por las calles de la localidad.
¿Nos acompañáis? ¡estais todos invitados! :)

Galería de fotos

Sorteo de Navidad

Se aproxima la Navidad y queremos que todos participéis en ella de manera especial. Es por eso que os proponemos un sorteo muy especial:

El concurso:

Consiste en enviarnos a anacronicos.recreacion.historica@gmail.com una postal de Navidad elaborada por vosotros. Se aceptan hasta un máximo de dos por persona y éstas pueden ser dibujadas, pintadas, recortadas, fotomontaje... pero tiene que tener como motivo principal la Navidad y un guiño al pasado.

Algunos ejemplos de postales de otros años:














La tarjeta ganadora servirá para felicitar las fiestas a todos nuestros amigos a través de las redes sociales.

Quiénes pueden participar:

Todos aquellos que:
 
- residan en territorio nacional (lo lamentamos por aquellos que nos seguís desde el extranjero pero la economía para el envío del regalo no es muy boyante),
 
- nos tengan agregados a su twitter o Facebook, nos siguen en el blog o sean miembros del foro.

Fechas:

Podeis enviarnos vuestras postales de Navidad hasta el 18 de Diciembre. Una vez transcurrido este periodo se valorarán las postales candidatas y se seleccionará un ganador poniéndose en contacto con él a través del correo electrónico proporcionado para enviarnos su postal.

El premio:
 
Gracias a la generosidad de Editorial De Época sorteamos "La princesa Tarakanova" de G.P. Danilevsky y "Ruth" de Elisabeth Gaskell, dos tesoros de época que no habíamos podido leer hasta ahora en que han sido publicados en castellano. Se trata de dos volúmenes magníficamente encuadernados, con una calidad literaria sobresaliente que anima a sumergirte en cada una de las historias y a vivir en primera persona las vicisitudes por las que pasan sus protagonistas. Cuentan con un prólogo y postfacio que completan de manera definitiva el marco narrativo y le dan al lector una visión moderna de estos clásicos. Los volúmenes se acompañan de marcapáginas y de una preciosa lámina a todo color de la portada del libro. (¡Gracias Susanna!).


Si aún no teneis estos ejemplares en casa os animamos a participar y a seguir con detenimiento las novedades de Editorial De Época Y si ya los teneis, ¿qué mejor regalo de Navidades podeis hacer? No fallareis. Palabra de anacrónico.

Ya sabeis... ¡esperamos vuestras postales!

 

sábado, 9 de noviembre de 2013

La joya maldita de los Borbones

¿Realidad o leyenda?
 
La historia de esta joya comienza en 1877, unas semanas antes del enlace matrimonial entre el Rey Alfonso XII y la Infanta María de las Mercedes. Cuenta la leyenda que el soberano recibió como regalo una piedra preciosa por parte de la condesa de Castiglione, según los mentideros de la época, despechada amante suya. La dama en cuestión era muy popular entre la alta sociedad por su comportamiento transgresor, tachado de libertino y desvergonzado en aquel entonces.

 
Al parecer,  María de las Mercedes se quedo prendada con la piedra y al rey no se le ocurrió mejor detalle que mandar hacerle un anillo como presente para su boda. A dos meses del enlace, la joven comenzó a sentirse indispuesta y el 26 de junio de 1878, dos días después de cumplir los 18 años y 5 meses transcurridos desde el despose, María de las Mercedes fallecía.
 
 
Tras la muerte de la reina, Alfonso XII decidió regalar la joya a su abuela la reina María Cristina de Borbón, cuarta esposa de Fernando VII. La soberana la tuvo en su poder tan solo durante unas semanas, ya que falleció en agosto de 1878.
 
Posteriormente la pieza pasó a la infanta María Cristina de Orleans, cuñada del rey por ser hermana de María de las Mercedes, quien murió en abril de 1879 cuando ya se hablaba de que podría ser la posible segunda esposa de Alfonso XII.
 
Así que la joya siguió viajando. La receptora fue esta vez la infanta Pilar, hermana de Alfonso XII pero a los cuatro meses de recibir la sortija, también falleció, en agosto de 1879, tras sufrir una crisis aguda de convulsiones.    
 
Llegados a este punto, y tras morir cuatro damas de su familia, el monarca optó por no ceder este supuesto presente envenenado a nadie más y se lo quedó con él no corriendo son la misma suerte: la muerte le sobrevino en noviembre de 1885 a los 28 años de edad. La polémica sortija fue heredada por su segunda esposa, la reina María Cristina de Habsburgo que, embarazada del que sería el futuro rey Alfonso XIII, tuvo muy claro que no quería la pieza cerca de ella y la donó a la Virgen de la Almudena.
 
Actualmente "la joya maldita" (un anillo de oro, perlas y diamantes) se encuentra expuesto, metido dentro de una pequeña caja, en el Museo de la Catedral de la Almudena de Madrid. En la parte lateral de la caja se puede leer: "Esta sortija perteneció a la reina Mercedes, a la reina María Cristina, a la infanta Cristina, a la infanta Pilar y al rey Alfonso XII". En la parte trasera de la caja reza la siguiente leyenda: "Después del fallecimiento de estas Augustas Personas, la Familia real la donó a la Sagrada Imagen de Santa María de la Almudena. 29 de noviembre de 1885".
 
 
Así acabó la maldición de la joya que años antes, la tenebrosa Condesa de Castiglione le había regalado a su amante Alfonso XII. Por cierto, os sugerimos que leais sobre esta fascinante mujer. A nadie le dejará indiferente.
 
Texto por Matilde Molinero. Publicado en Hoy Corazón. Verano 2013.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Victoriana: The art of revival

¡Larga vida a la reina Victoria!
 
¿Quién se iba a imaginar que 63 años de reinado (lo que duró la época victoriana) iba a dar épocas de explosión imaginaria más de una centuria después?. La época victoriana aún inspira y eso es un hecho. La crinolina y el polisón son modas que aún se rescatan del olvido pudiéndose ver nuevas fórmulas inspiradas en ellos en las pasarelas de grandes modistos como esta sesión de fotos en la edición italiana Vogue (2012) de Dolce & Gabana.


















Pero además de la moda, la literatura es un pozo sin fondo en el que ambientar nuevas historias que surgen de la fantasía de sus autores. Podemos encontrarnos nuevos títulos que se recrean en esta época decimonónica como "El aire que respiras" (Planeta) de Care Santos, "El sueño de las Antillas" (Grijalbo) de Carmen Santos, "Adorables criaturas" (Planeta) de Dolores Payás, "La reina de las lavanderas" (La Esfera) de Carmen Gallardo, "El pensionado de Neuwelke" (Planeta) de José C. Vales, "Pasión Imperial" (la Esfera) de Pilar Eyre, "Tiempo de arena" (finalista del Planeta 2011) de Inma Chacón o "Ahogada en llamas" (Planeta) de Jesús Ruiz Mantilla.


 
Junto a estas novelas actuales ambientadas en el siglo XIX, contamos también con el gusto cada vez más desarrollado por los clásicos, como las hermanas Brönte, Dickens, Collins, Víctor Hugo o Alejandro Dumas y con reediciones o traducciones nunca antes habidas en el mercado nacional como las de la editoria D'Epoca.
 
Desde el 7 de septiembre y hasta el 8 de diciembre 2013 se puede visitar en Londres la exposición "Victoriana, the art of revival" en la Galería de arte Guidhall, la primera exposición en Reino Unido que repasa en profundidad el prolongado y renovado interés por la época de la prosperidad y la estabilidad política que correspondió al reinado de la reina Victoria (1837 - 1901). Más de 70 ejemplos de diseño gráfico, cerámica, muebles, artes decorativas, fotografía y material audiovisual avalan que los artistas actuales sigan acudiendo con frecuencia al lenguaje estético de la época. La pinacoteca completa la perspectiva histórica con obras de 28 autores contemporáneos que capturan la esencia de lo neovictoriano.
 
 
 

jueves, 24 de octubre de 2013

La mécanique des dessous

Si en otra entrada a nuestro blog os hablábamos acerca del corsé del siglo XIX y su evolución, en ésta, a modo de continuación os comentamos una exposición que actualmente está teniendo lugar en Francia, en el Museo de Artes Decorativas de París. Se trata de una muestra "de interior", de aquellos armazones, corsés, miriñaques, hombreras,  tontillos y polisones que modelaban la silueta y creaban el modelo puesto de moda en aquella época. Una "arquitectura de interior" despojada de toda naturalidad con la que mujeres (¡y hombres!) han convivido en los siglos XVIII y XIX.

La exposición, abierta hasta el 24 de noviembre 2013, repasa la historia "indiscreta" de la silueta que ha marcado tendencias hasta nuestros días.
 

martes, 15 de octubre de 2013

El aseo a finales del siglo XIX

Desde el 15 de Octubre de 2013 al 12 de enero de 2014 hubo una exposición muy coqueta y pequeña en el Museo Cerralbo de Madrid titulada "Toilette, la higiene a finales del siglo XIX". Las piezas expuestas y su discurso museográfico nos ofrecían las pautas de cómo era el aseo a finales del 1800. Cecilia Casas, comisaria de la exposición nos invitaba a conocer más de aquella época.

El aseo personal y la cosmética no es emporio del siglo XIX pero sí que se desarrolló considerablemente en comparación con las épocas anteriores. La centuria de 1800 es un momento histórico en el que la imagen personal comienza a adquirir un protagonismo ineludible creándose los primeros interiores domésticos consagrados a la toilette.
 
Esta palabra francesa significa en español y ya desde el siglo XIX, aseo personal, belleza y discreción o arreglo en el aspecto físico, sustituyendo a los antiguos y tradicionales términos de aderezo o compostura. El término toilette también designa, paralelamente a su progresiva aparición en los espacios domésticos, nuevas estancias como la sala de baño o el área de retrete o excusado.


Los cambios en la infraestructura urbana, en los interiores domésticos y en el mobiliario de aseo se suceden vertiginosamente desde mediados del siglo XIX. A finales de 1800 aparecen además las primeras marcas comerciales cosméticas, los salones de belleza y peluquerías y comienza a democratizarse el concepto de moda y estilo. En cuanto a los accesorios de higiene y belleza, marcas punteras de la época son Gal, Floralia, Dorin, L.T. Piver o Houbigant así como las grandes casas de La Toja, Pears Soap o Jacob Delafon. A pesar de la incipiente irrupción en el mercado de las marcas cosméticas pioneras en el último tercio del siglo XIX, según se desprende de los recetarios y manuales de belleza de la época, lo normal era que las mujeres fabricasen ellas mismas sus lociones para la higiene facial y corporal, cremas hidratantes o nutritivas, e incluso el maquillaje, como polvos o el conocido como carmín o rouge, y almacenadas convenientemente en botes. Posteriormente, las empresas cosméticas fueron adquiriendo entidad, aparecieron la publicidad y la imagen corporativa. Las preparaciones de venta directa ganaron en calidad y atractivo para el público comercializándose entonces en droguerías y farmacias las primeras marcas cosméticas nacionales y extranjeras.

 
 El aseo, por lo general y hasta finales del siglo XIX, estaba en el dormitorio A pesar de que una vivienda aristocrática contara con agua corriente, ésta no solía llegar a las habitaciones, en las que se llevaba a cabo el aseo esencial mediante el uso del jarro y el aguamanil. En el caso de los caballeros, el escrupuloso afeitado era básico en la higiene masculina y origen de todo un ritual y parafernalia.


En cuanto a los accesorios de higiene y belleza varonil podemos hallar cepillos de dientes, navajas y tenacillas para el bigote con el que potenciaban o modificaban sus gracias naturales. El vello facial, a dentadura y las uñas estaban entre lo más cuidado del aspecto de un caballero. El cabello masculino, como el femenino, contaba con cepillos y peines que en caso de personas adineradas podían llevar inscritos sus iniciales como éstos con una "M" y una "C" correspondientes al Marqués de Cerralbo.
 
 
El aceite de macasar lo utilizaban tanto los caballeros como las damas adineradas para su cabello. Era un producto que se asemeja a la actual gomina y que servía para protegerlo del uso y abuso de las tenacillas y mantenía el peinado entre lavado y lavado que se producía cada dos semanas aproximadamente. De hecho, el uso de este aceite provocó la aparición de tapetes de ganchillo en el lomo de los sofás, ya que al apoyar la cabeza, el producto manchaba los asientos.

Retretes portátiles como el asiento con agujero (que al bajar la tapa parecía una silla corriente)convivían en las casas con otros más modernos conectados a la red de alcantarillado. Era el servicio domestico el que proveía de agua limpia a las habitaciones y el que retiraba y vaciaba los bacines u orinales usados.
 
 
 










El tocador femenino solía ser una estancia inmediata al lugar del baño en las casas nobiliarias, ya que en ella terminaban los procesos de higiene y arreglo personal y se cuidaban la piel y el cabello. El mueble tocador solía contener elementos esenciales de belleza: crema y polvos de arroz para el rostro, colorete, bandeja para las joyas, set de vaso y cuenco para el enjuague dental... Precisamente el cepillo de dientes fue un instrumento de higiene creado en el siglo XVIII con cerdas animales que producían daños en encías y esmalte y que a lo largo del siglo XIX fue mejorando su fabricación para no resultar tan perjudicial.


Resultaba indispensable además la posesión de unos recipientes adecuados para guardar los cosméticos tanto si eran comprados en la droguería como aquellos que se fabricaban en casa a partir de materias primas adquiridas ex profeso y conforme a los varios recetarios de la época.
 
 
Las estancias solían tener también una percha donde colgaría la indumentaria doméstica de comodidad, previa a la ropa de calle. Además el uso de escupideras era indispensable en los interiores domésticos de fin de siglo.
 
Los aseos de finales del siglo XIX, llamados "aseos modernos", solían contar con agua corriente, canalizada a través de una fuente. El lavabo no solía estar conectado, sin embargo, al agua corriente, de ahí que generalmente siempre hubiese un juego de aguamanil.
 
El baño de cadera proporcionaba todos los beneficios del baño de inmersión y permitía una higiene completa. El bidet por su parte, era indispensable para la higiene femenina, íntimamente ligada con os ciclos reproductivos. Hombres y mujeres solían bañarse de cuerpo entero una vez a la semana, mientras que el cabello se lavaba con huevo, agua, bicarbonato o vinagre cada 15 días, ya que se tenía la idea de que hacerlo más habitualmente perjudicaba el pelo. Las bañeras y los bidet portátiles se podían trasladar a la estancia donde quisieran usarse.
 
 
 
 
 

 
 
 





El retrete de porcelana sólo se lo podían permitir las familias más pudientes y modernas de la sociedad. Los de porcelana aparecieron a mediados del siglo XIX en Inglaterra y de hecho, la época victoriana es considerada la edad de oro de los retretes. Una de las firmas pioneras y responsable de la evolución de la higiene en Inglaterra y Europa fue Doulton.
 

Sin embargo en el siglo XIX no todos, ni mucho menos, eran personas acaudaladas que podían permitirse estos aseos. El resto de la gente humilde, que vivía en corralas o pisos de alquiler compartían letrinas o iban a las casas de baño.

Fuente: Cecilia Casas Desantes. Más información en el catálogo de la exposición.
Crédito de las fotos: Filippo Pincolini y Museo Cerralbo
 
Por cierto, si os fascina el tema os invitamos a que sigáis documentándoos en nuestro foro acerca del maquillaje, los jabones, el cabello en el siglo XIX, los primeros salones de belleza o las primeras máquinas de afeitar.

domingo, 6 de octubre de 2013

Concurso para Halloween

Hace tiempo que no organizamos un concurso y con vistas a Halloween (31 de Octubre) deseamos invitaros a participar al sorteo de un ejemplar del libro "Circo de fantasmas" de Barbara Ewing, publicada por Bóveda editorial. Se trata de una novela ambientada en el Nueva York del siglo XIX. De una manera ágil y muy documentada la autora narra la vida de varios protagonistas con un pasado que esconder, con un futuro por descubrir y con muchas aventuras por las que pasar.

 
Sinopsis: "El Nueva York de mediados del siglo XIX es una ciudad fascinante, insolente y joven, donde abunda el dinero fresco, gentes llegadas de medio mundo e ideas innovadoras como el telégrafo, el daguerrotipo la anestesia, el espiritismo, el ocultismo o las mesas parlantes. En el circo de Silas P. Swift se ocultan una madre y su hija - Cordelia y Gwenlliam Preston-, y allí tratan de encontrar el consuelo para sus corazones heridos mientras provocan el entusiasmo del público en la gran carpa. Cordelia es una oscura mesmerista con poderes curativos y su hija Gwenlliam una aplaudida acróbata y funambulista.
 
Pero en Londres, el viejo y depravado duque de Llannefydd, víctima del resentimiento y de la bilis que lo ahoga, está dispuesto a pagar diez mil libras a quien asesine a Cordelia y secuestre a su hija. De manera inesperada e irremisible, las dos mujeres se verán mezcladas con las bandas de Nueva York y con el departamento de policía."
 
Bases para participar en el concurso:
 
1.- Seguir en Facebook y/o en twitter a Anacrónicos Recreación Histórica.
2.- Enviar a anacronicos.recreacion.historica@gmail.com una foto tuya, individual preferiblemente, transformado en freak o circense. Estas compañías eran muy aplaudidas durante el siglo XIX entre la sociedad porque asombraban y espantaban al público a partes iguales. El rol en el que uno se convierta es libre de escoger: puede ser un tronco humano, mujer barbuda, siamesas, el comesables, el forzudo, el mesmerista, la mujer sirena, la funambulista, enano, gigante, el desfigurado (como el hombre elefante), el hermafrodita...
 
Dado que se trata de una recreación, la foto debe de tener un aire vintage y la transformación debe de ser veraz, basada en personajes reales de la época. No aceptamos fotos de disfraces ni parodias.
La indumentaria no es complicada, dado que se trata de ropa circense. Os dejamos como inspiración esta representación histórica francesa

El plazo para enviarnos la foto es hasta el 6 de noviembre. Tras el sorteo, se hará público el nombre del ganador.

Por razones de gastos de envío, sólo podrán concursar aquellas personas que residan en España.

Anacrónicos R.H. se reserva el derecho de publicar las imágenes del concurso siempre y en todo caso citando a los autores de las mismas.

¡Mucha suerte a todos!

jueves, 3 de octubre de 2013

La sombrilla decimonónica

Los diccionarios y fuentes literarias recogen el término "quitasol" para referirse al objeto que protege del sol. Pero además de ser un objeto destinado a protegerse del astro, durante mucho tiempo fue un elemento distintivo, símbolo de la prerrogativa y rango de quien lo llevaba.


El origen de la sombrilla nos conduce a Oriente. Desde ahí, la sombrilla llegó a Europa probablemente a través de los jesuitas. Aunque en origen, el parasol fue usado por hombres y mujeres, a partir del siglo XVIII se destina exclusivamente para uso femenino. Sin embargo, durante todo el siglo XIX se generaliza y se hace inseparable del traje al que acompaña, y evoluciona de forma paralela.

El marfil o el hueso, el metal o la madera y el celuloide se han empleado para elaborar el mango con empuñadura. Para la estructura, la utilización del acero no se generalizó hasta mediados del siglo XIX. Fue en 1840 cuando Henry Holland presentó una patente de varillas metálicas. Hasta esa fecha, el material empleado para la fabricación de varillas fue la ballena. La seda y el algodón se han destinado para la cubierta, sin que falten encajes y aplicaciones de pasamanería. Pero, además, el interior de algunas sombrillas podía forrarse con tejidos de seda o de fino algodón, ocultando todo el entramado. No se trataba de un simple forro, sino que adquiere tanta importancia como la cubierta exterior.

 
La democratización del uso de la sombrilla ha estado determinada por los progresos técnicos. R. M. Cazal fue uno de los fabricantes más importantes de sombrillas: mejoró el sistema de la sombrilla marquesa e ideó la forma de mantenerla cerrada y enrollada por medio de una estrecha cinta, una pequeña anilla y un botón, sistema que ha llegado hasta nuestro días.

El uso de la sombrilla se generaliza de forma definitiva a partir de 1830. Desde entonces se convierte en un objeto indispensable para la dama, cuya vida se prolonga aproximadamente durante un siglo. Con la mejoras en las técnicas de fabricación, las sombrillas se hicieron más baratas, al tiempo que resultaron más cómodas, menos pesadas y más fáciles de llevar.
 
Las normas de la elegancia y del decoro a lo largo del siglo XIX se ocuparon de regular el uso de la sombrilla. En el caso de hacer una visita, la sombrilla no se dejaba en la antecámara, mientras que los paraguas sí, aunque estuvieran secos.
 
Además de las normas de conducta debían tenerse presente otros aspectos asociados a la elegancia. La sombrilla debía elegirse de acuerdo al conjunto del traje y sobre todo seleccionar un color que sentara bien al rostro, sin olvidar la armonía entre la sombrilla y el sombrero.

 
La edad también determinó la elección de ciertos colores y tejidos. Por otro lado, las guarniciones de ricos y suntuosos encajes y bordados se reservaban para aquellas sombrillas que acompañaban a trajes de mucho vestir o para ir en carruaje.
 
Junto con el abanico y el pañuelo, la sombrilla contó con su propio lenguaje: todo un código gestual, expresión de distintos estados del alma e instrumento al servicio de la seducción más atrevida.

Cogida con la mano derecha significaba un “Te quiero mucho, pero haz el favor de contárselo pronto a mi papá, porque no me gusta perder tiempo. Eres muy salao. Déjate las patillas. Te espero esta noche en la ventana… No te digo más”.
A partir de los grabados de moda de principios del siglo XIX se puede seguir la evolución de la sombrilla. Sombrillas pequeñas en consonancia con la delicadeza de las camisas de estilo imperio. Es además por estas tempranas fechas cuando se define un tipo de sombrilla, la sombrilla marquesa, cuyo sistema, perfeccionado por R. M. Cazal, alcanzó todo su protagonismo a mediados de la centuria, si bien todavía en 1898 su uso no se había abandonado.
 
Este parasol se caracteriza por sus reducidas dimensiones, especialmente apropiado para ir en carruaje, con mango móvil, que se podía orientar con facilidad.
 
El empleo del encaje de Chantilly o de Bruselas para la cubierta, sobre un fondo de seda, caracterizó a algunas de las sombrillas de época Romántica.

 
A partir de los años setenta y ochenta del siglo XIX se aprecian cambios en las sombrillas. Poco a poco se abandonan las reducidas dimensiones de la sombrilla marquesa y el diámetro de la cubierta aumenta progresivamente. No faltan volantes fruncidos, aplicaciones de pasamanerías y se introduce como novedad la sombrilla bastón, que se sostiene por el regatón, convertido en empuñadura, que se lleva consecuentemente al revés.
 
En los primeros años del siglo XX las cubiertas presentan diversidad de formas, desde las más o menos planas a la silueta cupuliforme. No faltan volantes, fruncidos y aplicaciones, los mangos cada vez se hacen más largos, se recupera la sombrilla marquesa. Además, se introduce la denominada antucás, que sirve también como paraguas, de tamaño algo mayor que las sombrillas habituales y más sobrias en la elección del tejido de la cubierta, siendo lo más frecuente uno liso o una seda escocesa.
Las sombrillas de color blanco o crema llegaron a ser las clásicas, siempre de moda, y destinadas entre otros usos para el campo y la playa.
 
Una de las grandes novedades fue la que se presentó en 1904: Madame Vigier y su hija crearon las sombrillas pintadas. Estas sombrillas podían decorarse en casa, para lo cual se recomendaba tejidos lisos que se pintaban con motivos decorativos grandes, como flores, frutos o pájaros. Esta moda se mantuvo durante años.

 
La estética modernista también se dejó sentir en las sombrillas, tanto en los motivos decorativos como en las empuñaduras. Las sombrillas de colores vivos y brillantes hicieron furor en 1906, el bastón progresivamente fue creciendo y se impusieron puños más sencillos. En estos momentos no fue un requisito indispensable que el parasol hiciera juego con el color de los trajes, pero sí que reprodujera algunos de los motivos decorativos de aquéllos. Dos años más tarde fueron habituales las de forma de cúpula, que mantenían el número de ocho varillas.
 
En 1910 la moda impuso sombreros grandes, y aunque su uso no perjudicó el triunfo de la sombrilla, fue necesario modificar la forma de aquéllas para que no deterioraran los tocados. Las varillas se hicieron más largas y la cubierta menos pronunciada, aunque no se abandonaron las sombrillas tipo cúpula. A partir de esta fecha se observa una notable influencia oriental en los parasoles, que se manifiesta en la cubierta plana, bastante más práctica.
 
Otra peculiaridad de los años previos a la Gran guerra fue la longitud de los mangos, llegando a alcanzar un metro veinte centímetros. Por otro lado, al disminuir progresivamente el tamaño de los sombreros, las sombrillas planas se imponen y los mangos se acortan. Sombrillas de algodón, en cretona estampada, de vivos colores resultaron las más vistosas durante la década de los años veinte.
 
La industria de la moda continuó proponiendo modelos y prolongó su reinado hasta los años treinta.

Bibliografía: Mercedes Pasalodos Salgado en La Pieza del Mes Diciembre 2005.