domingo, 8 de diciembre de 2013

La caricatura en el siglo XIX

El siglo XIX español es una época llena de cambios políticos y sociales, lo que influirá en el desarrollo de las nuevas tecnologías que se aplican en la creación de las nacientes publicaciones periódicas.
 
Se impone la litografía como nueva técnica de reproducción de imágenes, sirviendo para facilitar la creación, durante la segunda mitad del siglo XIX, de infinidad de nuevas publicaciones.
 
 
Por otro lado, las nuevas leyes, mas liberales, hacen que desde la proclamación de la revolución La Gloriosa en septiembre de 1868, aparezcan en el mercado periodístico más de seiscientos diarios, muchos de ellos dedicados al humor gráfico.
 
Debeos recordar que la sociedad española de esta época era en gran parte analfabeta, por lo que los medios debían recurrir a las ilustraciones y principalmente a las de carácter humorístico para llegar a un público más amplio.
 
Si buscamos el pionero en el mundo de la prenda de esta especialidad, recurrimos a "Fray Gerundio", fundado por el político conservador Modesto Lafuente. En esta publicación aparecen las primeras viñetas satíricas, muy toscas en su concepción. Los dibujos, seguramente de distintos creadores, eran bastante desmañados.
 
En 1842 desaparece esta publicación y poco después nacen buen número de revistas de humor, como "El Guindilla" (1842),"La Risa" (1843) o "El Fandango" (1844), muy influenciadas por los periódicos franceses de la época. Coinciden estas publicaciones con el reinado de Isabel II y con los vaivenes políticos que traen los distintos espadones militares y los diferentes asuntos palaciegos, que serán el blanco de los ingeniosos dibujantes de estos seminarios.

 
Los dibujantes de estos periódicos (Urrabieta, Miranda o Juan Vallejo) siguen estilos foráneos, hasta llegar a la abrumadora personalidad de Francisco Ortego, colaborador del seminario más popular del momento, Gil Blas, aparecido en 1864. Al contrario que otros ilustradores de este género, Ortego empieza siendo un pintor de cierto éxito para luego dedicarse en cuerpo y alma a la prenda de humor. Muchas de sus ilustraciones tienen como continua diana a la gente de Iglesia: frailes orondos y sonrosados, clérigos gordos, monjas mofletudas... Sus "monos" (como se denominaba a los caricaturescos personajes que mostraba) sirvieron también para hacer anuncios publicitarios como los populares chocolates Matías López.
 
Junto a Ortego aparecen otros nombres interesantes: los hermanos Alfredo y Daniel Perea, lloverá o Giménez, que también publicaron sus "monos" en "Gil Blas" y en "Rigoletto".
 
Con la llegada del Sexenio Revolucionario (1868- 1874) el género se despliega apareciendo cientos de publicaciones por toda la geografía española. Los formatos se hacen más grandes y se utiliza la técnica de la cuatricromía llenando la viñeta de más color. Aparecen nuevos nombres como Apeles Mestres, Pellicer, Pere Yunglada o Tomás Padró, que popularizará sus dibujos en "La Flaca", inmortalizando a personajes como el general Prim, el duque de Montpensier con una corona siempre vacilante en la cabeza, Salustiano Olózaga, Sagasta, el general Serrano...

La Restauración Alfonsina de 1875 disminuyó el número de publicaciones humorísticas pero se ganó en calidad artística y técnica y también se acrecentó el espíritu crítico y combativo. En 1881 surge una publicación emblemática de cariz republicano y anarquista, "El motín", que contará con dos grandes dibujantes Mecachis y Demócrito. Todos los políticos del momento serán caricaturizados. En diversas ocasiones, las páginas ilustradas de esta revista fueron enmarcadas para decorar salones de ateneos y casinos de algunas ciudades.

 
En 1880 aparece una publicación singular: "Madrid cómico" con el excepcional caricaturista Ramón Cilla quien en las portadas de este periódico madrileño popularizó sus famosos "cabezudos", caricaturas de políticos literarios, actores y personajes notables de la sociedad a los que representaba siempre con una cabeza enorme y un cuerpo pequeño. El seminario carecía de color y su formato era más reducido pero las buenas caricaturas de Cilla lograron hacer que esta revista tuviera gran tirada y se imitara en publicaciones similares en Barcelona y Valencia.

Los postreros años del siglo XIX que culmina con la pérdida de las últimas colonias españolas dio pie a muchas viñetas y a buen número de nuevas publicaciones aunque con calidad y formato menor. También en la última década empiezan a aparecer en nuestro país colaboraciones de humorísticas gráficos con chistes y tiras cómicas que podemos calificar de "serios". las nuevas revistas perdieron la vistosidad y la creatividad de los ilustradores de las décadas anteriores.

Fotografía ©Fundación Lázaro Galdiano
 
Texto: Javier Domingo, publicado en Descubrir el Arte, Octubre 2013.

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