martes, 30 de julio de 2013

La enagua, esa prenda tan desconocida

En muchos casos cuando hablamos de la enagua lo hacemos como si fuera de algo informe, sabemos que está ahí y que se usa, pero existen demasiados “hechos” impuestos que no nos dejan pensar en nada más. Sabemos qué son y para qué se usan, pero tampoco pensamos mucho más allá, lo vemos como el elemento que se usa para que la falda no se pegue al cuerpo y ya. En muchos casos la desinformación llega hasta tal punto que se confunde la enagua con la combinación.(Recordemos que la combinación es la unión, en una única prenda de la camisola y la enagua de pudor o, en algunos casos la combinación de la camisola y los pololos. A pesar de que se usa desde la década de los ‘80 del siglo XIX, fue a partir de 1910 cuando se estandarizó su uso y poco a poco empezó a tomar la forma de la que conocemos hoy día y que todos le hemos visto a nuestras abuelas).
 





 
Diferencia entre una enagua (imagen de la izquierda) y de una combinación (imagen de la derecha)
 
 
 
 
Pero, ¿qué es realmente una enagua?. Desde la Edad Moderna las piernas de la mujer han sido siempre un tabú. Podía enseñarse mucho escote pero no dejar siquiera que se intuyeran las piernas y para ello se fueron adaptando las camisolas medievales para cumplir una doble función, desdibujar esas piernas tan pecaminosas y a la vez dar volumen a las faldas. Pero en la mayoría de los casos, lograr ese volumen requería mucho más que una enagua.

Porque, ¿cuántas enaguas damos por hecho que se usan? Por lo general la respuesta será siempre una pero, ¿no os habéis parado a pesar porqué por lo general se usa el término “enaguas” y no “la enagua”?. Si fuese una, usaríamos siempre el singular, de manera que eso de llevar una sola es algo tremendamente moderno, derivado seguramente del uso de las combinaciones desde los años veinte y treinta.

Es necesario, por tanto, desmitificar el uso de una sola enagua. Tened en cuenta que los trajes del siglo XIX tienen, por lo general, muchísimo volumen en las faldas, y ese volumen es imposible que se consiga con una única enagua. Hay ocasiones en las que se han podido usar hasta 32 ¡y no es una broma!. Porque, el uso de una única enagua, que provoca esa falta de volumen, muchas veces nos pone en serios aprietos, por ejemplo las faldas de miriñaque, sabemos que usan un armazón y las grandes casas de patrones nos venden el patrón de ese armazón, por lo general esos armazones tienen más o menos la misma envergadura pero… ¡no se consigue la figura de los fashion plates!. ¿Por qué?.
 

Muy simple: falta volumen porque, en el caso de la moda de 1860 no sólo solemos obviar la enagua de pudor que va debajo del miriñaque, sino que cómo mínimo para que la falda asiente bien y no se marquen los aros hacen falta mínimo dos enaguas. A parte de ese hecho de que las faldas tienen muchísimo más volumen del que generalmente les damos, si nos dicen que una falda puede necesitar diez metros es que los necesita, no porque nos parezca que sean muchos si le quitamos volumen quedará bien.
 
Otro momento del siglo XIX en el que es más palpable el problema con las enaguas es la década de 1890. Es un momento de transición en el que se deja el armazón del polisón tardío atrás y las faldas van perdiendo algo de volumen hasta encaminarse a la moda de los primeros años del siglo XX.
 
Sin embargo cuando buscamos imágenes de enaguas de la época, no todas tienen amplios volantes; eso se debe a que había dos formas de conseguir ese gran volumen, la primera era usar volantes de más de diez metros y otra la superposición de enaguas sin apenas vuelo. Éste es el momento en el que se llegan a usar más de 30 enaguas, porque el volumen era necesario, y cada cual se las arreglaba como podía para lograrlo.
 
Otro mito que es necesario derribar es ese que nos dicen que las enaguas y, por ende, la ropa interior es siempre blanca y de algodón. Claro que la había, ¡por supuesto!, pero no era la única. Además del algodón se usaba el lino, la muselina, el calicó, la franela, la lana e incluso materiales como la seda o el tafetán, por lo general en tonos claros.


Y, sobre todo a partir de los primeros años del Siglo XX este equilibrio se rompe y predominan las enaguas de colores fuertes y tejidos ricos, seguramente debido al hecho de que ya no necesitan tanto volumen y por lo tanto se pueden permitir telas más ricas para su confección. 

Así que, ya sabéis, si queréis lograr una silueta perfecta, que no os de miedo a recurrir a las enaguas y dejar suelta la imaginación! Se pueden lograr verdaderas obras de arte!




lunes, 22 de julio de 2013

Curiosidades artísticas

Cualquier museo está lleno de misterios, leyendas y curiosidades porque encierra estancias, pasillos, obras de arte y público. De ellos se puede aprender mucho. Hoy venimos a hablaros del Museo del Prado y de algunas curiosidades que encierran sus salas dedicadas al siglo XIX. Aqui van algunas:
 
¿Quién no ha visto alguna vez el retrato de "La condesa de Vilches" (1853) con esa mirada coqueta que dirige directamente al espectador? Pero ¿quién de vosotros se ha detenido a mirar el asiento en el que está sentada? Este retrato lo realizó Federico de Madrazo en su propia casa, pues era habitual que Amalia de Llano, que así se llamaba la dama, acudiera a las tertulias literarias que se practicaban en la casa del pintor.
 
La sorpresa llega cuando en la actualidad, los herederos de Madrazo, siguen conservando este mismo asiento ¡con la tapicería intacta! después de más de 150 años de haberse realizado este retrato.

 
Sin cambiar de autor (continuamos en Madrazo), hemos de fijarnos en otro lienzo espectacular por la recreación tan soberbia que hace del traje de la dama. La retratada es María Isabel Álvarez de Montes, II Duquesa de Castro - Enríquez (1868). El vestido ocupa casi las tres cuartas partes de la composición pero ¡un momento! ¿qué hace con las manos? Se señala una pulsera con una "C" grabada, haciendo alarde de su gran apellido y legitimando su dinastía, ya que ella en realidad no era hija de la I Duquesa de Castro - Enríquez que murió sin descendencia, sino su sobrina.
 
 
Os invito ahora a que nos vayamos a comienzos del siglo XIX con el padre de Federico Madrazo, José, también pintor pero dentro de una estética más neoclásica. Su gran obra "La muerte de Viriato" la realizó en el castillo de Sant Angello, en Roma, mientras estaba preso por órden de Napoleón Bonaparte. Su idea era realizar cuatro grandes lienzos que tuvieran como tema común el ensalzamiento de los líderes ibéricos frente a las invasiones extranjeras. Se tiene documentación de que sólo terminó éste que presentamos y otro, aunque el segundo aún está en paradero desconocido.
 
La curiosidad de este cuadro sin embargo, no acaba aqui. Cuando fue liberado y regresó a España, su cuadro viajó por barco hasta las costas nacionales pero quiso el destino que una tormenta hundiera el barco y que su cuadro se salvara de perecer en el fondo del mar.
 
 
 
Por último, otra ancécdota de las salas del siglo XIX del Museo Nacional del Prado es la que tiene que ver con Eduardo Rosales, pintor fallecido muy jóven que podía haber renovado la pintura española de finales del s. XIX. Su rostro alargado, pálido y casi calavérico conllevó a que algunos de sus compañeros artistas le pidieran que posara para ellos. Fue el caso de Agapito Vallmitjana que compuso el rostro del "Cristo yacente" a partir de sus rasgos.
 
 
¿A que ya no os vais a acercar a estas obras con los mismos ojos? ;-)

sábado, 13 de julio de 2013

EuroSteamCom 2013

 
El día 28 de septiembre, en la Estación del Norte (Barcelona) se celebrará la Primera Feria Steampunk de Barcelona dentro del marco incomparable del evento europeo EuroSteamCon 2013.

El objetivo de la Feria Steampunk de Barcelona es reunir a aficionados y profesionales del medio, y ofrecer un espacio donde éstos puedan mostrar sus creaciones, debatir y conocerse unos a otros siempre inmersos en un entorno tematizado donde todos puedan ser los protagonistas de la Feria. También será el escaparate donde diseñadores, ilustradores y performers muestren su obra, convirtiendo así al espectador en una parte activa más del evento.

A lo largo de todo el día podremos disfrutar de un variado cartel de actividades compuesto por:

- Exposiciones

- Feriantes y espacio de comercio

- Espectáculos de baile y música en directo

- Tertulias y debates

- Zona de té y refrigerios


 
 
Si queréis información actualizada al momento, pasaros por el evento de facebook

jueves, 4 de julio de 2013

Reglas para ser un perfecto caballero victoriano

El siguiente extracto proviene de un libro publicado hace más de 100 años y titulado "La guía de un caballero de etiqueta". Lo escribió en 1875 Cecil B. Hartley y sus reglas para ser un perfecto caballero (victoriano) pueden seguir vigentes hoy en día aunque algunos puntos nos resulten graciosos. Veamos algunos:
 
1. Conserve, si quiere, una opinión política determinada, pero no la haga desfilar en todas las ocasiones, y, sobre todo, no trate de forzar a los demás a que estén de acuerdo con usted. Escuche con calma otras ideas sobre los mismos temas, y si no se ponen de acuerdo, difiera cortésmente.
 
 
2. Nunca interrumpa a alguien que está hablando. Es bastante desagradable suministrar un nombre o una fecha sobre la que otro vacila, a menos que se le pide que lo haga. Otro grave infracción de la etiqueta es anticipar el punto de una historia que otra persona está recitando.

3. Es de mala educación bostezar durante el largo discurso de otra persona, y grosero mirar un reloj, leer una carta, mirar las hojas de un libro, o cualquier otra acción que muestre que uno está cansado.
 
4. En una conversación general, no trate nunca de elevar su voz para ahogar la de otro. Nunca asuma un aire de soberbia, ni hable de una manera dictatorial; deje que su conversación sea siempre amable y franca, libre de toda afectación.
 
 
5. No hable de su propio negocio o profesión en sociedad, a menos que se le pida hacerlo. Hacerlo por propia iniciativa limita su conversación enteramente al tema o ejercicio que es su especialidad y eso resulta vulgar.
 
6. En un conflicto, si no se pueden conciliar las partes, retírese. Si se pone de parte de uno de los dos lados se buscará un enemigo o dos. 
 
 
7. Nunca, durante una conversación general, trate de concentrar la atención enteramente en sí mismo. Es grosero entrar en una conversación de grupo para luego hablar sólo de uno mismo.
 
8. Un hombre de verdadera inteligencia y de mente cultivada es generalmente modesto. Aunque sienta que sus habilidades intelectuales están por encima de los que le rodean, no trate de hacer que sus compañeros sientan inferioridad, ni trate de mostrar esta ventaja sobre ellos. Hable con franca sencillez los temas iniciados por otros, y trate de evitar comenzar otros que no se sienta inclinado a discutir. Todo lo que diga debe estar marcado por la cortesía y deferencia a los sentimientos y opiniones de los demás.
 
 
9. Ser un buen oyente es tan indispensable como ser un buen orador. Al hablar de sus amigos, no compare unos con otros. Evite en la conversación todos los temas que puedan herir a los ausentes. Un caballero nunca calumnia o escucha calumnias.
 
10. Nunca hará notar si otros cometen errores en el lenguaje. Si usted es un profesional o científico, evite el uso de términos técnicos. Son de mal gusto, ya que muchos no entienden.


11. Tenga cuidado en la sociedad de no hacer nunca el papel de bufón, porque pronto se le conocerá como un hombre "divertido" y peligrará su dignidad, pues quedará expuesto a la censura y a la burla.

12. Evite jactarse de su dinero, influencias o lujos. Es de muy mal gusto, así como utilizar frases con doble sentido o hablar públicamente sobre los asuntos de la familia.
 
13. Evite el chisme. En una mujer es detestable, pero en un hombre, es absolutamente despreciable.

14. Evite la adulación. Un elogio delicado es permisible en la conversación, pero la adulación para las personas sensatas, es repugnante. Si halaga a sus superiores, desconfiarán de usted y pensarán que tiene algún fin egoísta. Si halaga a las damas, le despreciarán, pensando que no tienen otro tema de  conversación.
 
Bibliografía: "A Gentleman’s Guide to Etiquette" by Cecil B. Hartley (1875)