jueves, 31 de julio de 2014

La comisión científica del Pacífico (1862-1866)

"[La comisión científica del Pacífico] fue la expedición ultramarina española más importante de la época isabelina y una de las más relevantes que se enviaron a América desde Europa en el S. XIX".

Se llevó a cabo durante el reinado de Isabel II con el lema “Por la Ciencia y la Gloria Nacional”, con la misión oficial de recolectar animales, plantas y minerales para los museos españoles, aunque sirvió de tapadera para otro fin menos “pacífico”, el de enviar una flota al Perú (Guerra Hispano- Sudamericana o Guerra del Pacífico).
 
 
Fue una expedición promovida y organizada por el Ministerio de Instrucción Pública, la Facultad de Ciencias de Madrid, el Jardín Botánico de Madrid y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, también de la capital. Su destino era la costa Pacífica sudamericana desde donde se estudiaría gran parte del continente y donde no solo se documentaría gráficamente sino que también se recogerían multitud de especímenes, tanto vivos como muertos. Inicialmente contaron con cuatro buques de la Armada: Resolución, Triunfo, Vencedora y Covadonga. En ellos se embarcaron 7 naturalistas de los que cuatro eran zoólogos (Jiménez de la Espada logró ser uno de ellos) y un fotógrafo.
 
 
 Gracias a la cámara de Castro (fue el primer viaje español que se documentó mediante el nuevo invento de la fotografía) podemos aproximarnos a la configuración urbana de las ciudades que recorrieron esos viajeros, percatarnos de la magnificencia de la naturaleza americana y comprobar la complejidad de esas sociedades multiétnicas. Se le puede considerar uno de los pioneros del reportaje gráfico en España, enviando a España más de 300 placas fotográficas y 82.000 muestras.
 
Sufrieron muchas penalidades por la escasez de recursos y los problemas burocráticos con sus asignaciones y sueldos que llegaban tarde y mal o no llegaban, teniendo que alojarse en míseros fonduchos, llegando a pasar hambre. Su resolución y espíritu científico para remontar estas dificultades fueron por lo general encomiables y dignos de absoluta admiración.

A su regreso, Jiménez de la Espada fundó en 1876 la Sociedad Geográfica de Madrid y en 1883 entró en la Academia de la Historia. En los últimos años de su vida cosechó el mayor reconocimiento internacional por su obra. Participó en congresos americanistas. Su labor en pro de la divulgación de la antigua cultura incaica le valió la concesión de una medalla de oro por parte del Gobierno Peruano. También se le nombró miembro de la Sociedad Berlinesa de Antropología, Etnografía y Prehistoria, de la Real Sociedad Geográfica de Londres y de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. En 1895 accedió a la presidencia de la Sociedad Española de Historia Natural que él mismo había contribuido a fundar.
 

sábado, 19 de julio de 2014

Presentación de Editorial D'Epoca en Gijón

 
Hace año y medio os hablábamos de esta pequeña editorial que habíamos descubierto para gran satisfacción nuestra y de muchos amantes, no sólo del siglo XIX y de la literatura, sino también para aquellos que buscan títulos difíciles de encontrar en castellano o historias descatalogadas. Tras algunos títulos publicados, el sábado 26 de julio, a las 19h en la Casa del Libro de Gijón (Asturias) va a tener lugar su presentación oficial (si la editorial fuese una joven doncella decimonónica hablaríamos de su "presentación en sociedad").
 
 
El evento tendrá lugar en colaboración con dos blogs literaarios,  Crónicas en Ferrocarril y Qué leería Jane Austen. La diversión está asegurada y podréis disfrutar de toda una aventura de época inolvidable.
 
 

lunes, 14 de julio de 2014

Los veranos de la "Belle Epoque" española

Hoy en día es costumbre en España irse a la playa en verano y pasar el día contemplando el mar o bañarse para ahuyentar las altas temperaturas pero ¿pasaba lo mismo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX? ¿Desfilaban los canotier y los tiesos bigotes de los señores y los trajes de baño intachablemente puritanos de las damas por estos oasis estivales? La respuesta es sí para ver y dejarse ver más allá de las famosas ciudades balneario europeas que tanta fama alcanzaron fuera de nuestras fronteras.


A finales del siglo XIX y principios del siglo XX eran varias las ciudades que se engalanaban para la llegada de los reyes (con su respectivo séquito de marqueses, condes y duques) para disfrutar de los baños de ola.
 
SANTANDER fue la elegida para los últimos veraneos de Alfonso XIII por tres motivos:
 
- su abuela, Isabel II la había visitado en 1861 buscando una solución a sus afecciones de la piel y le había gustado la playa del Sardinero.
 
- la reina Victoria Eugenia, nacida en Escocia, cuando visitó Santander le recordó su tierra natal por su arquitectura, su paisaje y sobre todo por su clima.
 
- el mismo Alfonso XIII no encontró un lugar mejor para disfrutar de sus deportes favoritos como el tenis, el polo, la vela o la caza.


Por estas razones, durante 17 años y hasta la proclamación de la segunda república, disfrutó la familia real de su paisaje estival. La ciudad le regaló a los reyes el Palacio de la Magdalena (sí, el mismo donde se ha rodado la serie española "Gran Hotel").
 
SAN SEBASTIÁN y su playa de la Concha fueron el lugar elegido por la reina viuda Mª Cristina, madre de Alfonso XIII, donde veraneó durante 30 años hasta 1928. El Palacio de Miramar era la residencia real donde la Corte y ella se trasladaban todos los veranos. Por imitación, la élite social europea también tomó como destino esta ciudad vasca convirtiéndose así la playa de la Concha en el eje de la vida social.


Hoy en día la ciudad, en honor al amor que la reina sentía por este lugar, se puede encontrar un puente, una calle y un famoso hotel con su nombre.
 
LA TOJA: En 1899 abrió sus puertas el primer balneario y ocho años más tarde, en 1907 el Gran Hotel, un resort de lujo inspirado en otros europeos y donde se hallaba reposo, se dejaba uno ver  se podían jugar las siempre famosas partidas de póquer y bridge. "La chata" (llamada así a la infanta Isabel, hija de Isabel II) era una de las habituales de este glamuroso balneario.


SAN LÚCAR DE BARRAMEDA ya era famoso por haber sido la estancia de la Duquesa de Alba con su séquito mientras Goya les acompañaba y creaba su Álbum A de dibujos (h. 1795). No obstante, fue a mediados del siglo XIX cuando esta "San Sebastián del Sur" despertó socialmente y atrajo a nacionales y forasteros para sus baños de mar. En 1845 se fundó la Sociedad de carreras de Caballos y en 1849 llegaron a la ciudad los duques de Montpensier (Antonio de Orleans y Mª Luisa Fernanda de Borbón, hermana de Isabel II) con su corte de nobles, políticos y artistas que impregnaron la ciudad de un carácter cosmopolita y refinado.


En unas décadas, llegó a ser el centro de veraneo del sur de España. Las carreras de caballos en la playa eran el acontecimiento social del verano.


GIJÓN también cobró popularidad hacia 1920 con sus corridas de toros a las que llegaban grandes figuras de la época como Belmonte, Vicente Pastor o Bombita y por su Semana Grande que coincidía con las fiestas de Begoña en agosto. Alfonso XIII organizaba las regalas náuticas siendo el presidente de honor del Real Club Astur de Regatas y su hijo, Alfonso de Borbón, príncipe de Asturias, fue invitado de honor en 1925.


Bibliografía: Alfonso Pérez- Ventana: "Los veranos de la Belle Époque española.  Reportaje Hoy Corazón. Agosto 2013.