domingo, 27 de diciembre de 2015

Las uvas de la suerte.

El día 31 a las 12 de la noche todos nos reunimos en torno a la televisión para despedir el año viejo y recibir al nuevo tomando 12 uvas. Las "uvas de la suerte" Hay que tomarse las doce antes de que terminen las campanadas para tener un año próspero y lleno de suerte.

Año tras año repetimos el mismo ritual, pero , ¿sabíais que la tradición empezó en el S.XIX?

Doce uvas, una por cada mes del año. ¿Pero por qué uvas y no otro alimento?¿Y por qué pasar frío en plena calle? Hay un par de teorías que explican esta costumbre.

La versión más conocida y extendida es que esta tradición empezó en 1909 debido a un excedente en la producción uva de la cosecha en Alicante. Los agricultores deseosos de dar salida a su cosecha iniciaron una campaña para promocionar su consumo y que todo el mundo recibiera el año tomando uvas.
 
Siendo este hecho cierto, parece que la moda de tomar uvas se remonta a unos años antes.
A finales del S.XIX estaba de moda entre la burguesía francesa recibir el año en fiestas privadas donde se tomaba champán y uvas como acompañamiento. Ambos productos no muy al alcance de toda la sociedad.
 
Esta costumbre pronto empezó a extenderse entre la aristocracia española.



 
 
 
La forma en la que llegó hasta el pueblo llano es más curiosa. Todo parece ser que fue una protesta irónica a un bando publicado en 1882 por el alcalde madrileño José Abascal y Carredano.

En este bando sólo se permitía pasar la noche de Reyes celebrando en la calles a aquellos que pagaran cinco pesetas; un dineral para la época.

Parece que los indignados madrileños, considerando que esta medida recortaba sus días de fiesta, optaron por mofarse de la aristocracia tomando doce uvas la noche del 31 a semejanza de la costumbre de los ricos.



Puerta del Sol hacía 1870 (J. Laurent)


La primera mención en la prensa madrileña de esta costumbre aparece en 1894, un artículo del diario El Imparcial hablaba de una costumbre procedente de Francia conocida como las “uvas bienhechoras”. Tan sólo un año después, en 1895, el propio Presidente del Consejo de Ministros celebraría el fin de año rodeado de los suyos y comiendo las doces uvas, además de brindando con champán.

En 1898 la prensa madrileña ya hablaba de esta tradición como un fenómeno típicamente madrileño e invitaba al resto de los habitantes de la ciudad a unirse al festín de las llamadas “uvas milagrosas” bajo el reloj de la Puerta del Sol. Y poco a poco, a lo largo de los primeros años del siglo XX, el resto de provincias y ciudades españolas irían siguiendo el ejemplo, hasta que finalmente acabase adquiriendo el carácter de tradición nacional que actualmente tiene.


Para saber mas:
www.descubrirlahistoria.es
www.20minutos.es

domingo, 20 de diciembre de 2015

Lotería de Navidad. Llamando a la suerte desde 1812.

Todos jugamos a la Lotería de Navidad. En mayor o menor medida todos los años llamamos a la suerte esperando ser afortunados. ¿Pero cuándo y porqué surgió este sorteo tan especial?
   
El 10 de diciembre de 1793 se celebraba en España el primer sorteo de Lotería Nacional. Fue el Marqués de Esquilache, Ministro de Hacienda de Carlos III, quién instauró a semejanza de los sorteos que funcionaban en Italia, un sistema de juego parecido al de la Primitiva actual; cuyo fin era recaudar de una forma sutil dinero para las arcas públicas. Con este sorteo se legalizaba y regulaban las apuestas en España prohibidas desde 1387.


Marqués de Esquilache


Esta lotería fue el germen de la que surgiría años más tarde durante una de las peores crisis de la historia de España: la Guerra de la Independencia. En medio de las hambrunas y horrores de la guerra, las  Cortes de Cádiz, por medio del ministro del Consejo y Càmara de Indias, Ciriaco González,  promovieron la instauración de una nueva Lotería llamada "Moderna" para distinguirla de la implantada por Esquilache, cuyo primer sorteo se celebró en marzo de 1812. De nuevo el fin era conseguir dinero para las arcas públicas, tan esquilmadas por la guerra. El sorteo navideño se celebró el 18 de diciembre del mismo año, aunque no recibió el nombre de "Sorteo de Navidad" hasta varios años después. El primer número agraciado con un "gordo" de 8.000 reales fue el 03604.
 
Debido a la ocupación napoleónica, esta "lotería moderna" al principio sólo se celebraba en Cadiz y San Fernando, extendiéndose después a Ceuta y la comunidad andaluza según se conseguía vencer a las tropas francesas, llegando a Madrid en 1814 con un sistema de bombos y bolas como el que vemos en la actualidad.



Desde un primer momento el sorteo contó con gran participación. Ya en 1832 se emitían 12.000 números. El interés por el sorteo creció de forma exponencial año tras año, obligando a la Administración a aumentar la emisión de series de cada número, debido a que ya no se podían meter más bolas en los bombos. En 1817 ya existían  497 administraciones de lotería en toda España, 25 de ellas en Madrid y todas eran administradas por hombres, excepto dos: una en Barcelona y otra en Murcia regentadas por mujeres.
 
Ni siquiera la Guerra Civil paró el sorteo, aunque lo dividió en dos. Una Lotería nacional y otra republicana. Durante estos años la venta de décimos supuso el 1,1% del PIB.



NIños de San Ildefonso 1906

La motivación para elegir uno u otro número son muchas y diversas. Manías, coincidencia con fechas señaladas o históricas. Pero la estadística habla y nos dice que la terminación más repetida en la historia es el número cinco. Y el número uno, la menos, sólo ha sido premiada en ocho ocasiones. Y hay terminaciones que nunca salen como el número trece.

¿Tenéis vuestro décimo soñado a buen recaudo? Acercadlo a San Pancracio y mucha suerte para el sorteo.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Velas, quinqués y bombillas. Formas de iluminarse en el S.XIX

     Hagamos un pequeño juego. Ahora mismo, en este instante, ¿cuántos objetos tienes a tu alrededor que no necesiten enchufarse a la red eléctrica o que carezcan de batería?

     Hoy prácticamente sería imposible, o por lo menos sería mucho más costoso físicamente, realizar nuestras tareas diarias sin electricidad. Muchos ni si quiera podríamos realizar nuestro trabajo. Nuestro coche no arrancaría y no podríamos disfrutar de nuestros momentos de ocio. Si nos quitaran todos los interruptores de nuestra casa, ¿cómo iluminaríamos nuestras actividades?

     Durante el S.XIX se podían encontrar los siguientes sistemas de iluminación:

     Lámparas de aceite
     El primer sistema de iluminación que utilizó el hombre fue el fuego. Mediante antorchas se iluminaban el interior de las cuevas. Más tarde, aparecerían los candiles que utilizaban como combustible aceite o grasa animal. Los primeros recipientes utilizados eran cráneos o conchas de molusco, piedra o terracota. El posterior uso del bronce y el hierro haría que los diseños se fueran haciendo más elaborados.

     En los siglos posteriores los esfuerzos se encaminaron a mejorar la eficiencia de éstas lámparas. Leonardo Da Vinci modificó diseños anteriores y  consiguió una nueva lámpara con una mecha que se quemaba de forma constante, al añadir una lente de cristal la superficie de trabajo recibía niveles de iluminación que permitían la lectura nocturna.
     El descubrimiento del petróleo en 1859 por Edwin L. Drake produjo una nueva fuente de gran eficiencia luminosa. Las lámparas de aceite pasaron llamarse quinqués. donde se usaba un derivado del petróleo por destilación, el querosén.




















     Velas
     La invención de la vela se produjo independientemente en diferentes culturas.
     Los egipcios y los cretenses las tenían en el 3.000 AC
     Las primeras velas eran hechas con palos de madera recubiertos con cera de abeja, se piensa que los fenicios fueron los primeros en usar velas de cera (400DC) el uso de velas no era tan común como el de lámparas de aceite, pero su uso se incrementó durante el medievo. Durante los siglos XVII y XVIII las velas eran la forma más común para iluminar los interiores de los edificios.
     Con el auge de la industria ballenera se utilizó el aceite de ballena para fabricar velas que aportaba una llama más nítida y constante que la producida por las velas de sebo. Esta llama constante se convirtió en la medida standard para la iluminación artificial (la candela)
     El uso de velas se fue sustituyendo paulatinamente por la iluminación a gas.

     Lámparas de gas.
     Aunque antiguos códigos egipcios y persas hablan de explosiones de gases que brotaban a través de fisuras en tierra; y se sabe que los chinos usaban gas para iluminar ciertas minas, no fue hasta 1794 que Jean Pierre Minckler produjo luz por primera vez con gas mineral.
     Posteriormente se empezaron a iluminar almacenes y calles con sistemas de alumbrado donde se conducía el gas por conductos de metal. El gas se convirtió en un combustible estable y eficiente respecto a otros sistemas de iluminación tradicionales. Y se utilizó ampliamente en el ámbito industrial.
     Mas tarde se empezó a usar en el ámbito doméstico, usado únicamente como sistema de iluminación. Pero sólo estaba reservado a clases altas de la sociedad, debido a su gran coste. Una fábrica de gas con su red de canalización por todo el espacio urbano constituía una gran inversión que sólo se podía amortizar si se contaba con un crecido volumen de demanda.



   


     Lámparas eléctricas.
     Durante siglos se había estudiado la electricidad, pero no fue hasta finales del S.XIX cuando se le empezó a dar un uso práctico.
     Frederick de Moleyns en 1841 patentó la primera lámpara incandescente. Y en 1879 Thomas A. Edison produjo una lámpara incandescente con un filamento carbonizado que se podía comercializar y que producía luz constante durante un periodo de dos días.
     Los primeros pasos de la industria eléctrica española se dieron en 1875 en Barcelona. En un primer momento la producción eléctrica se destinó a la iluminación de talleres y establecimientos. En las calles el alumbrado eléctrico fue ganando al gas, debido a que los costes de mantenimiento e instalación eran inferiores, y las instalaciones más seguras.
     Como en un principio la corriente eléctrica era continua (no podía trasportarse a grandes distancias), los sistemas de producción tenían que estar cerca del lugar de consumo.
     El alto coste de las instalaciones reservó la iluminación eléctrica a los hogares más pudientes y retrasó el uso de la electricidad en el ámbito domestico hasta el comienzo del S.XX.



















     La invención del sistema de corriente alterna por Nicola Tesla a partir de 1884 y su implantación en la iluminación de la Feria Internacional de Chicago en 1893, produjo un incremento exponencial de la demanda eléctrica.