sábado, 8 de octubre de 2016

Maximilien Heller de Henry Cauvain

Hay portadas que llaman poderosamente la atención y también editoriales a las que uno sigue por su calidad, porque sabe que no le van a defraudar y porque traducen títulos inéditos al castellano de novelas del siglo XIX y de comienzos del XX que es lo que a nosotros, tanto nos atrae. Así, Editorial D'Epoca vuelve a enganchar a lectores masculinos como femeninos en una historia que no conoce género, sólo ávidos apasionados de los misterios y de los enigmas detectivescos.
 
Acostumbrados a la literatura decimonónica, Cauvain nos resultaba un auténtico desconocido así que entre la portada (muy bien escogida la ilustración, como siempre), la sinopsis, el que se encuadre dentro de “Misterios de época” (que tan apasionadamente seguimos) y su cuidada edición, no nos hemos resistido a su lectura.
 
Sinopsis: Imaginemos la larga silueta de un joven. Es un detective privado prodigiosamente dotado para la observación y la deducción lógica, misántropo, adicto a las drogas y experto en química y en las ciencias forenses de la época. Así mismo, es un gran maestro en el arte del disfraz y sus audaces hazañas son narradas por su amigo y confidente, un médico. Otro doctor aterroriza y fascina por igual a nuestro héroe. El joven se ve involucrado en un caso de asesinato cuando su vecino, Jean-Louis Guérin, es acusado de haber envenenado con arsénico a su señor, el banquero Bréhat-Lenoir.
Publicada por primera vez en 1871, son muchas las similitudes que Heller guarda con el detective más conocido de la literatura victoriana: Sherlock Holmes, cuyos primeros pasos los dio en 1887, 16 años después de la novela que tenemos entre manos. ¿Inspiración o copia por parte de Conan Doyle? Juzguen ustedes mismos al leer la novela pero los puntos en común son claros y están visibles. La introducción que la editorial realiza de la novela a cargo de Susanna González y Rosa Sahuquillo hace que cada uno saque sus propias conclusiones y las ilustraciones originales de Iván Cuervo ayudan a que imaginemos con mayor precisión una trama muy bien consolidada con misterios y enigmas, asesinatos, robos, cambios de identidad, disfraces y una resolución al alcance de la mano de cualquiera que haya estado atento a las “pistas” que Cauvain nos ha ido dando a lo largo del relato.

La obra se divide en dos partes y en una conclusión. La primera, redactada por el doctor y buen amigo de Heller, nos introduce en la trama. La segunda, realizada a modo epistolar por las cartas de Maximilien, nos conduce al desenlace. ¿Quién puede no caer en la tentación de disfrutar de un buen misterio mientras se siente fascinado por el personaje que preludiaría a Sherlock Holmes?

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